EXPERIENCIA: Mi práctica, toda una aventura…
Mí práctica, toda una aventura…
Hacer la práctica, en cualquier carrera es un momento decisivo, ya que el futuro profesional, por mucho que haya estudiado o tenga clara su vocación entra probablemente por primera vez, al mundo real.
Mí práctica, toda una aventura…
Hacer la práctica, en cualquier carrera es un momento decisivo, ya que el futuro profesional, por mucho que haya estudiado o tenga clara su vocación entra probablemente por primera vez, al mundo real. Va a conocer las condiciones de trabajo, va a conocer a quienes serán sus colegas y, en el caso de los profesores, tendrá un encuentro con quienes serán la parte fundamental de su desempeño profesional: los estudiantes, niños o adolescentes, de los cuales se deberá hacer cargo y guiarlos en su camino de aprendizajes. Sin duda esta travesía está llena de esperanzas y, eventualmente también de frustraciones, es una etapa rica en experiencias, pero a la vez de desafíos.
Para entender mejor esta etapa, entrevistamos a dos estudiantes del PEM Haideé y Álvaro, cuyas experiencias resumen muy bien la realidad educativa entre colegios públicos y privados. Ambos profesores en formación consideran que lo más valioso de sus experiencias fue la posibilidad de reflexionar sobre los desafíos a los que se enfrentaron y cómo, por ejemplo, ellos podían ser un aporte en mejorar los aprendizajes de sus estudiantes.
Haideé, comenzó su práctica en un establecimiento en Recoleta, el cual le era muy curioso ya que tenía la tradición de recibir generación tras generación de estudiantes de las mismas familias del sector. Su gran desafío fue enfrentar su práctica en pandemia, y a la vez enamorar a sus estudiantes con la química, recuerda que realizaba de manera presencial la clase todos los lunes y luego debía de repetirla los miércoles virtualmente, tenía 45 alumnos, pero sólo unos pocos de ellos asistían presencialmente, los espacios eran reutilizados incluso el apreciado laboratorio se había convertido en el comedor de los niños. Luego vino su oportunidad de conocer otra realidad educativa, esta vez en un colegio de Providencia, aquí la situación era muy distinta… cada curso no tenía más de quince a veinte estudiantes, eran chicos muy participativos, hacían muchas preguntas, planteaban sus opiniones, argumentaban y debatían “No se guardan las dudas”.
Álvaro, partió sus prácticas en un colegio particular de Ñuñoa, siempre se sintió muy bien acogido, recuerda las enormes instalaciones del colegio y lo bien distribuidas que estaban para acoger a los distintos niveles, todos los espacios eran muy amplios y contaban con buenos recursos. Luego tuvo la oportunidad de ir a un colegio industrial en el cual también se ha sentido muy bien recibido por los profesores, sus instalaciones las describe como muy grandes, con bastante espacio, y variadas áreas verdes. Su mayor desafío ha sido la diversidad cultural de los estudiantes, estudiantes procedentes de diversos países de Latinoamérica que confluyen es este espacio de encuentro. Tanto para Haideé, como para Álvaro, les ha resultado sorpresivo las diferencias que se pueden encontrar entre estudiantes de un establecimiento y otro, en la forma de hablar, el uso del vocabulario, el comportamiento, y la manera en que se relacionan, pero también destacan cómo los intereses y metas de los estudiantes dependen del contexto en el que se desenvuelven, mientras que en los colegios mas carenciados la perspectiva de los estudiantes es terminar sus estudios lo antes posible para poder salir al mundo laboral; en los colegios mas acomodados los estudiantes posen más tiempo para estudiar y prepararse para ir a la Universidad. Ambos coinciden que tener la oportunidad de estar en tan diversas realidades les ha permitido fortalecer su experiencia y llenarla de valiosos conocimientos, invitando que, a pesar de la diversidad de realidades escolares, siempre se mantengan altas y positivas expectativas de todas y todos sus estudiantes.